La nueva película francesa Oceans no sólo permite a los
espectadores imaginar que están nadando entre los peces, sino que también abre
una ventana a experiencias bajo el mar llenas de emoción y peligro. Han pasado 50 años desde que el reconocido
buceador y cineasta francés Jacques Cousteau rodara el documental The Silent World y
los avances técnicos han hecho más fácil capturar la vida desde la perspectiva
de un pez, afirmaron los directores de la
cinta. Inventamos
todos estos dispositivos para ser peces entre los peces, para presenciar lo que
hemos hecho con nuestro entorno y donde hay grandes grupos o polucion, para
verlas como las ven los peces, dijo a Reuters Jacques Perrin, uno de los directores. Hace más de 10 años Perrin lanzó Microcosmos, un
premiado documental en el que narraba la vida de los insectos y ofrecía una
inaudita mirada de cerca sobre las diminutas criaturas que viven entre la
hierba. Gracias a las nuevas técnicas de cámara, Oceans ofrece
violentas tomas sobre las guerras de los cangrejos araña, persecuciones de
delfines a toda velocidad, imágenes de animales marinos cuidando de sus crías y
acercamientos a criaturas maravillosamente grotescas, como el camote de nariz reticulada (Semicossyphus reticulatus). Nuestras máquinas no
abren con un personaje espectacular, sino con una intimidad con un animal que
uno nunca ha visto hasta ahora y al que, sin más, tomamos cariño, añadió
Perran. Las nuevas técnicas incluyen meter cámaras
en cajas especiales, permitir a los buceadores deslizarse junto a las rayas o
nadar con grandes tiburones blancos. Oceans se rodó en santuarios marinos durante
más de 70 expediciones por todo el mundo. Algunas de las escenas ocurren en un
museo de especies extintas, lo que resulta más
agobiante al saber que los animales murieron debido a la actividad humana.
mostrar un gris complejo industrial en la costa. También puede verse a un
tiburón atrapado en una red de arrastre, que es arrojado de nuevo al agua
mientras sangra profusamente por donde se le había cortado una aleta, que se
convertiría en una delicatessen. Puede verse al tiburón herido cayendo hasta
el fondo, seguido por una nube de sangre. Sin embargo, Perrin es optimista
sobre el futuro de los océanos. El grito de esperanza es más fuerte que
el de alarma, afirmó. El mar sigue siendo rico, lo hemos mutilado y lo hemos
hecho sangrar, pero está ahí y si queremos, las cosas pueden empezar de cero,
manifestó.
Es el mejor documental que se ha podido aser hasta ahora.
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